Domingo, 28 de Marzo de 2010
La deforestación acaba
con "supermercados" indígenas
en Paraguay
La proliferación
de la soja en países como Paraguay
y Argentina, donde la superficie dedicada
a su monocultivo se ha multiplicado en las
últimas décadas, se ha hecho
de forma "precipitada" sin un
detenido análisis estratégico,
afirma el ingeniero forestal español
Santiago González.
González,
miembro de la expedición científico-cultural
Paraná Ra'anga, financiada por la
Agencia Española de Cooperación
y Desarrollo (AECID), advierte de que la
sustitución de cultivos tradicionales
por monocultivos genera un ecosistema "muy
vulnerable" con consecuencias a medio
y largo plazo que pueden ser difíciles
de evaluar o incluso irreversibles.
El especialista
español alerta también contra
la utilización política de
los conflictos ambientales y defiende modelos
que eleven sus inversiones en investigación
y desarrollo para la protección del
medio ambiente y por sociedades que demanden
información clara de sus gobiernos,
porque "cuanto más conocimiento,
más seguridad".
En el mismo
sentido se pronuncia el antropólogo
paraguayo Guillermo Sequera, para quien
la
extensión de monocultivos en países
como Paraguay golpea a las comunidades indígenas
e induce a una "monocultura" de
la sociedad de consumo que acelerará la desaparición
de las culturas indias y las tradiciones
campesinas.
Sólo
entre 1945 y 1985, denuncia, en Paraguay
fueron taladas más de 5 millones
de hectáreas de bosques por el avance
de monocultivos como el algodón o la soja.
De acuerdo
con estimaciones oficiales, en los últimos
siete años la superficie dedicada
a la producción de soja en Paraguay
se ha duplicado, al pasar de 1,3 millones
de hectáreas en 2001 y más
de 2,5 millones en 2008.
"Para
las poblaciones indígenas, los bosques
son como los supermercados actuales para
las sociedades urbanas, de ellos extraen
todo lo necesario para la vida, tanto para
la alimentación, como para la construcción
de sus viviendas y la elaboración
de sus medicinas", sostiene Sequera,
que lleva años trabajando con las
comunidades indígenas de Paraguay.
A su juicio,
la riqueza que a corto plazo se obtiene
de los monocultivos no sólo no se
reparte entre la población sino que
contribuye a generar mayores desigualdades
y también mayores bolsas de pobreza.
Según
cálculos de organizaciones internacionales,
América Latina acumula el 48 por
ciento de los recursos naturales, el 70
por ciento de las tierras cultivables, el
40 por ciento de las especies vegetales
y el 30 por ciento del agua del mundo.
A pesar
de su extraordinaria riqueza, el avance
de la degradación es tan rápido
que entre el 30 y el 40 por ciento de las
especiales vegetales y animales de la región
desaparecerán en las próximas
tres décadas si no se toman medidas,
denuncia Sequera en una entrevista con Efe.
"Frankenstein
está en nuestra casa", resume
el antropólogo, que reclama un gran
pacto Estado-Nación, entre gobiernos
y poblaciones, para limitar los perjuicios
de esta tendencia, frenar la pobreza y recuperar
territorios devastados.
De lo contrario,
se pregunta, "¿Quién
va a pagar la destrucción? ¿Quién
se va a poder ocupar de la recuperación?".
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